miércoles, 17 de diciembre de 2008

La montaña de los héroes



Tras la catástrofe y el tumulto provocado por la rana, los aventureros salieron huyendo de lo que quedaba de Ciudad Papelera. Era mediodía cuando todo esto aconteció y el sol declinaba cuando Crarglac, Kindlist y Spinnentier llegaron a una meseta en la Montaña de los Héroes. Allí oyeron un entrechocar de espadas, hachas y lanzas y un estruendo de hechizos variados. En la planicie se congregaban multitud de guerreros y magos, y todos ellos detuvieron sus actividades cuando vieron llegar a los extravagantes viajeros.
—Salud —dijo Crarglac—, ¿qué hacéis en esta meseta, peleando ferozmente?
—Salve —dijo un heraldo ataviado con llamativos colores—. La tarea que aquí nos trae es el ejercicio de nuestras habilidades. Somos aventureros, y como tal, aquí esperamos que las aventuras vengan a nosotros mientras nos volvemos hábiles en nuestros dones. ¿Qué os trae por aquí?
—Un gran y noble propósito, que es un encuentro de alquimistas para la correcta higiene de esta criatura —dijo la rana, señalando a Kindlist. Ésta, al ser más visible, y capaz de hablar, era la más apta para ejercer de portavoz—. Sería una tarea dificil de explicar.
—Largo rato tenemos.

Así pues, la rana comenzó a explicarle la tarea que les traía y las aventuras que habían vivido en ello. Los aventureros allí presentes se mostraron asombrados por tan magnificentes hazañas y les ofrecieron comida y una cálida hoguera durante la noche. Los tres viajeros asintieron complacidos, pues parecían gente con buenas intenciones y se reunieron en torno al fuego. Allí observaron a un mago bastante entristecido, a quien Crarglac sacó conversación.
—¿Qué os empaña el ánimo, hombre de elevado arte?
—Carezco de un familiar para consagrarme de pleno a la vida mágica.
—¿Qué es un familiar?
—Es una criatura animal que está vinculada al alma del mago. Ambos dependen el uno del otro, y sus vidas están vinculadas para siempre, hasta que uno de los dos muera.

La rana se interesó en el tema y el mago siguió contando los pormenores de su vida. Spinnentier se sintió atraida por su vida, y sintió en su ánimo que no era el único ser que se hallaba solo en la creación.

Por tanto se presentó ante el mago y le dijo con una emoción palpable en su voz.
—Si ello no os incomoda, yo podría ser vuestro familiar.
—¿En serio? —preguntó el mago—. Eso sería genial, claro que acepto.

El alborozo fue tremendo, y la garrapata sentía verdaderos sentimientos de amor por el mago, y deseos de iniciar una vida repleta de aventuras ahora que tenía la oportunidad. Echaría de menos a Heterodoxo, pero sus deseos le instaban ahora a elegir otro tipo de existencia, más colorida y cálida que una cueva fría y lúgubre.

Cuando llegó el alba los amigos se despidieron con lágrimas en los ojos, y más de una vez se despidieron antes del adiós final. Sin embargo, en última instancia Kindlist y Crarglac, ahora solos, enfrentaron su camino nuevamente, y descendieron de la Montaña de los Héroes.

1 comentario:

Celebrar la vida dijo...

Siempre me sorprende tu originalidad.
Me alegro de que hayas vuelto.