miércoles, 14 de enero de 2009

La tuerca argentea



Heterodoxo abrió los párpados lentamente y poco a poco divisó que estaba en una estancia acogedora y luminosa. Era de día en la cabaña de Claudio Honrado XVIII, y el alquimista reposaba en una mullida cama. Descubrió que tenía puesto un pijama con dibujos de gnomos y salamandras, y tras deslizarse fuera de su cama, se puso su túnica habitual, que estaba en un perchero.

Salió de la habitación y fue al salón, donde esperaba Claudio Honrado XVIII, Angoise y Crarglac desayunando tostadas con mermelada de sabor a sangre de la salamandra, conocida por un toque ligeramente ácido, parecido a la naranja pero más intenso. Kindlist estaba en uno de sus bolsillos y Zacarías no aparecía por ninguna parte.
—¡Espíritus! Ya era hora, habeis dormido durante una semana entera. Tomad, tengo preparadas unas pocas tostadas.

Heterodoxo tomó asiento y comenzó a comer, sentía un hambre devoradora. Y unas ganas inmensas de continuar con sus viajes y aventuras, y de explorar tierras incógnitas de su Suiza natal.
—¿Qué ha sido de Zacarías? —preguntó.
—Marchó a los dos días de tu desmayo, tenía unos asuntos que resolver acerca de sus nuevos descubrimientos. Os pide disculpas.

Todos desayunaron apaciblemente y los dos alquimistas quedaron en charlar sobre todo lo sucedido después del almuerzo. Y así hicieron cuando lo hubieran hecho, hasta que cayó el ocaso. El resto de huespedes se habían dedicado a jugar al parchís mientras ellos debatían, y en algunas ocasiones incluso habían ido a explorar los bosques cercanos. Una vez puesto al corriente de todo, Claudio concluyó.
—Sin duda os debisteis topar con el Bosque del Desánimo. Sólo ello puede explicar la perdida de vuestro peculiar temple. Y a propósito de esto, os ayudaré con la rana escamada, sin embargo hay un asunto que requiere mi atención y que sin duda os ayudará de mejor forma si es resuelta convenientemente.
—¿De qué se trata?
—Bien, estoy investigando en la invención de una máquina interdimensional. Todo va bien: una fabulosa pieza giratoria con dos asientos que a determinadas revoluciones y con ciertas sustancias abre puertas hacia otras realidades.
>>Todo parecía concluido cuando realicé el último pedido a una empresa de transportes: una tuerca de plata; una tuerca totalmente normal y corriente, con el único requisito que fuera argentea. Y ellos aceptaron el envío: ya se oía el ruido del motor a través de las montañas, y yo me frotaba las manos con ansiedad a la vera de mi brasero, cuando oí un gran estrépito y una explosión en las laderas.
>>Me asomé a la ventana y vi llamear algo a través del bosque. Esto sucedió hace unas semanas, y no me he atrevido a visitar ese lugar. Y por lo absorbido que estaba en mis investigaciones y el hospedaje de Zacarías, no se me ocurrió volver a llamar por teléfono. Si fuerais allí me haríais un gran favor, y os podría ayudar mejor.
>>¿Qué me decís?

1 comentario:

Celebrar la vida dijo...

Gracias por tus comentarios en mi blog. Siempre me aportas nuevas ideas. Son un regalito para mí.

Espero impaciente tus nuevos capítulos.

Un abrazo.