jueves, 8 de enero de 2009

Crarglac se pronuncia



"Yo vivía felizmente en el Estanque de las Ranas, cuando llegó Heterodoxo con su homúnculo. Dijo que necesitaba lavarlo pero que no encontraba los componentes para sus tenazas, así que parte de su misión pasaba por conseguir una rana escamada. Realizó con éxito su propósito y fui con él. Sin embargo, días más tarde, pasamos por un bosque extraño y en sus lindes se desprendió de él su aplomo, que es esa sustancia plateada que ahí flota. Así pues, regresó, incumpliendo sus promesas de buscarme agua de río para bañarme. La última vez que me bañé fue hace unos días, en la destrucción de Ciudad Papelera, sin embargo de vez en cuando siento mi piel reseca y unas punzadas terribles."
—Sin duda la misión de Heterodoxo está cambiando un buen puñado de cosas en varios cantones a la redonda. ¡Pero hemos de arreglarlo! Dejadme que prepare un compuesto de Cenizas Negras con Leche de Cal, es perfecto para neutralizar por un tiempo el hedor de homúnculo sin lavar —ofreció Claudio.
—¡Cómo! —exclamó Zacarías indignado—. La mezcla de Muriato de Cinc con disolución de Cinabrio y Piedra Azul es mucho más económica y efectiva.
—Cada alquimista con su receta, Zacarías, déjame obrar con mis propios métodos. Y traeré un cubo de agua donde la rana pueda bañarse.
—Está bien, pero opino que si echaras una pizca de Mercurio al agua la rana podrá pasar más tiempo sin resecarse. Ya se sabe que las propiedades del Mercurio son muy positivas para el cutis de una rana.
—¿Ves? En eso si te haré caso, ahora vuelvo.

Claudio Honrado se marchó y Zacarías seguía mesándose la barba.
—Con que esta materia plateada es el aplomo de Heterodoxo. Apuntaré las propiedades del Aplomo de Alquimista —acto seguido sacó de uno de los bolsillos de su túnica, una gran pluma, un pergamino gastado y un tarro de tinta verde fluctuante.
>>Uhm... denso, pesado, brillante y estable.

Al rato, Claudio Honrado volvió. La rana se metió con un croido de satisfacción y Kindlist fue rociado con un bote de spray preparado por el rubicundo alquimista. Al instante el hedor remitió.
—Sin duda esta es una noche memorable. Quizá lo apunte en mi diario y algún día lo publique. ¿Qué os parece si lo llamo: La Crónica de Claudio Honrado XVIII? Es un bonito título, ¿no?
—Creo que no lo compraría nadie, Claudio.
—¡Mejor aún, libro de coleccionista! ¿Qué es eso?

Claudio se vio interrumpido por tres golpes en la puerta de su cabaña, sonoros pero sordos y apagados. Al instante todos los huespedes se volvieron, y se volvió a producir un silencio expectante.

No hay comentarios: