jueves, 9 de octubre de 2008

Heterodoxo soluciona la disyuntiva



Heterodoxo comenzaba a echar de menos aquella silla que se sentaba en él, y que con la fricción del mimbre lo ayudaba a pensar. Miró el suelo y encontró una piedra grande incrustada ahí, la cual decidió sentarse en él. Era un pobre sustituto, pero lo ayudó a pensar mejor, porque en el hueco que había dejado en el suelo, descubrió una patata fallecida hacía poco, enterrada en la tierra (lo cual es redundante).

Esto le dio una idea, y exclamó enseguida.
—¡Por las ideas de Platón, que ya tengo una solución!—con presteza llamó a las alúas, que cesaron los ataques y le dieron atención— Escuchadme, alúas de frágiles alas, que tengo una cosa que deciros: ¡Observad cuan poderosa es la patata que sostengo entre mis dedos y decidme!: ¿acaso no las deseariais más si no fueran vuestras guardianas?

Y a esto las alúas asintieron.
—Pues seguid escuchando, y decidme si no hay razón en esto que viene a continuación: cogeremos las patatas y las enterraremos en vuestros hogares, así cuando los hombres quieran haceros daño, ellos desenterrarán patatas y dirán "Aquí no hay alúas, sólo patatas" y más tarde se marcharán.

Las alúas se vieron satisfechas, y las pobres personas, víctimas del ataque estuvieron desenterrando y enterrando patatas hasta que las alúas dieron su conformidad. Más tarde el joven muchacho se acercó y dijo.
—Seguid por la montaña, y si bajáis, encontrareis cerca un estanque con ranas.

Así pues, Heterodoxo dio fin a semejante y extraño problema y continuó su camino con Kindlist en un bolsillo.

1 comentario:

Celebrar la vida dijo...

¡Hola Kindlist!
Vaya poema me has dejado en el blog. Ya veo que no sólo se te da bien la narrativa. Como tú, yo también prefiero estar felizmente loca que inútilmente cuerda.
Sigue escribiendo sobre tu alquimista, que tengo ganas de saber más.
Un abrazo.