miércoles, 8 de octubre de 2008

Heterodoxo encuentra una pista



Heterodoxo salió de la cueva y se encontró con la luz del sol, que lo deslumbró.

—¡Por las ideas de Platón! —exclamó, tapándose la vista con una mano.

Pero luego comenzó a ver, más claro, y caminó. Caminó y caminó, y al principio se cansó, pero luego se acostumbró a la marcha. El homúnculo no decía nada, de hecho nunca decía nada; quiero decir que estaba muy quieto en uno de los bolsos de la túnica de Heterodoxo. El viejo se apoyaba en un bastón que había cogido justo antes de salir: cuando se mudó a su cueva lo había colocado justo a la entrada, por si salía a dar una vuelta. El bastón estaba nuevo y sin usar.

El sol había caido una vez, y la luna había salido pero se había vuelto a esconder, y el cielo estaba colmado de estrellas cuando Heterodoxo se encontró a un hombre con un perro. Era su oportunidad para preguntar, puesto que en su libro de las Referencias Universales estaba escrito que si estaba buscando algo y no lo encontraba, lo mejor era preguntar.

—Perdona, ¿has visto escamas de rana?
—¿Escamas de rana? —preguntó el hombre, extrañado— Las ranas no tienen escamas.
—Pues ha de haberlas, por fuerza. Son los componentes imprescindibles para las tenazas de carne.
—Señor, no sé de que tenazas pueda hablarme. Pero sé que, si a usted le interesan las ranas, lo único que tiene que hacer es ir recto hasta encontrar un estanque con nenufares.
—¿Y allí hay ranas con escamas?
—No lo sé, señor, pero si le interesa, le puede preguntar a ellas.
—De acuerdo, muchas gracias.

Y así fue como Heterodoxo encontró la primera pista sobre las escamas de rana.

1 comentario:

Celebrar la vida dijo...

Hola Kindlist:

Encantada de leer tu blog. Escribes realmente bien y me gustaría seguir el hilo de la historia todo el tiempo que dure. Me encanta el personaje de Copérnico, ¿no somos todos un poco alquimistas?
Gracias por comentar en mi blog.
Un saludo.