jueves, 19 de febrero de 2009

Los caracoles del caos



Heterodoxo meditó durante un largo rato mientras el poni les indicaba las señales, hasta que llegó a la conclusión de que Claudio seguramente los había enviado allí buscando algún componente que faltara para la conversión de Crarglac a rana escamada. De paso también se aseguraba de que su máquina interdimensional funcionaba. Así pues, una vez hubo dado por supuesto este suceso, se lo comunicó al poni, quien puso uno de sus púpilas mirando rectas hacia el frente a modo de aprobación.

En el transcurso de estas cavilaciones y pensamientos profundos acerca de su linaje, los viajeros llegaron al Poblado Poni. Allí esperaban muchos ponis pardos, los cuales no se dedicaban a otra cosa que pastar y beber en abrevaderos, e ignorar a los huespedes. Poblado Poni sólo tenía un gran salón cómun, al cual ellos llamaban el Gran Establo.
—Curioso lugar —musitó Angoise con miedo. Heterodoxo se limitó a asentir con la cabeza mientras observaba con perplejidad y asombro.

De repente uno de los ponis relincharon y fueron en tropel angustiado hacia el Gran Establo. Todos excepto el poni bizco, quien tenía la mirada perdida.
—Han venido.
—¿Quiénes? —preguntó Heterodoxo.
—Son ellos... los caracoles del caos —acto seguido fue a galope tendido hacia el Gran Establo, dejando a los aventureros abandonados a su suerte.

Crarglac, Heterodoxo y Angoise se preguntaban qué ocurría. Entonces vieron brotar de los verdes pastos unos caracoles de extraño colorido: tenían unas conchas con formas de pirámides, y abajo se arrastraba el baboso animal. Temblando de miedo, Angoise intentó pisar a uno de ellos, pero se encontró con la punzante resistencia de sus hogares piramidales.
—Esto sólo ha de tener una solución. ¡Adelante, Crarglac, cébate con ellos! —exclamó Heterodoxo.

La rana dio un brinco y comenzó a estirar su lengua como un resorte. Los caracoles fueron abatidos, y en poco rato ya no quedaba rastro de ninguno de ellos; la rana tenía la panza repleta de comida. Los ponis salieron entonces del Gran Establo, y Heterodoxo preguntó.
—¿Qué es lo que aquí ha sucedido, que con la aparición de tan minúsculas babosas, habéis huido como un niño de un gigante?

Como respuesta, uno de los ponis, de pelo ralo y grisaceo, se adelantó cuatro pasos, y habló.

2 comentarios:

Celebrar la vida dijo...

Jordi Cebrián es maravilloso. Tiene una página que se llama www.cienpalabras.com. Sus cuentos tienen todos sólo cien palabras -¡y son más de quinientos!-. Son increíbles. A ti te encantaría, estoy segura. Mis alumnos del año pasado hicieron cuentos de esa extensión y algunos se atrevieron a mandárselos a Jordi C. Él se los publicó en su página en un apartado que tiene que se llama Colaboraciones. Para ellos fue un acontecimiento.

Me encanta tu historia. Y tus comentarios. Un abrazo.

Celebrar la vida dijo...

Supongo que habrás estado algo ocupado con los exámenes. Espero que te hayan ido bien. ¿Para cuándo nuevas entradas?

Gracias por tus comentarios.

Besos.